miércoles, 24 de septiembre de 2008

Milicia de la perejila


Y te cuento lo que acaba de sucederme. Pues habla mi querido bro y me dice que si lo puedo recoger en el puente, porque sus amigos ya no van a cruzar y pues no lo pueden traer de regreso. Muy dispuesto, me enfundo los jeans, cualquier t-shirt y me lanzo por las calles de la ciudad, apellidada "de la furia", en memoria la de aquella celebre canción de Soda Estéreo. Si no tienes idea que te hablo, es porque eres un lepe, y mi edad causara conflictos en tu cultura musical.
Estaba pues en que me monto en el auto, llego y me planto ahí mismo donde se encuentran los guarros de los ricos ya acaudalados, a esperar que sus patrones regresen del shooping o en su defecto, de verse con el otro o la otra, en el chuco.
Yo, por supuesto, escuchando mi nutrido repertorio de música en el IPod, con todo el cablerio y aquello necesario para que suene en tu vehículo. Muy despreocupado, escuchaba a Jamiroquai, cuando de pronto en mi ventanilla se materializa un ser verde, ¡ay! y que verde, horrible, so out.
Era un miembro de la milicia mexicana, un soldado pues, que me pedía mi ID y el motivo por el que me encontraba en ese lugar.
Claro, previamente, al ver su escultural rostro, y digo escultural porque parecía tallado en roca, puse cara de "MMMM", y logre salir del enredo de cables en el que mi música me mantenía undido.
Saque lindisimo y presuroso mi tarjeta de elector, y se la mostré, y explique el motivo de mi estadía en ese puesto de baja luz, y poca visibilidad por ende. Supongo que el oficial, o sardo, como se desee llamar asumió que tenia pretenciones de tirarme un guarro, o matar a uno, o no se que. Ya sabes, como son los soldados, policías y demás miembros de corporaciones de ¿seguridad?, creen que el delito se comete en sus narices, aha...
Ya una ves identificado, yo, por supuesto, me solicito amablemente que me moviera del sitio, porque era peligroso. Supongo yo que vio mi cara de gente bien, revuelta con lo demás que ahí se presentaba ... ¿sera que si?
Explique porque debía estar ahí, al menos hasta que mi adorado carnal llegara, fue el momento en que todo se revelo, y quiero decir, me canto le precio... le grito a su "compa": "Perejilaaaa, ven!" O sea, como, que tratas de decir?
Pues ya vino el comandante perejila en auxilio de ¿la jitomata?, pidió permiso para que su servidor permaneciera ahí un rato, y los dos, accedieron.
Se retiraron entre sus soeces risitas e insultantes personalidades.
En pocas palabras, los miembros de la milicia mexicana (repito, soldados) me cantaron le precio, y uno como pobre e indefenso gaycito solo atina a cerrar la trompa y callar.
Y las mujeres son las vulnerables, y los niños y los ancianos, y los que ni existimos en la ley ¿que?...
Es real, y me paso...

2 comentarios:

Jules dijo...

We ni te acongojes, el ejército es lo mas homosexual que hay. Pero ojo, no gay, solo homosexual. Y por supuesto fue hecho por la envidia que tienen de tu libertad, pues ellos se conforman con un arrimón en el barracón.

Anónimo dijo...

hahaha ke fuerte!!! y lgo ke paso? haha te kedaste un ratito?? hehehe!